Antonio J. Abad García
Jefe de Circulación de Ferrocarriles de la Generalitat Valenciana y Secretario de Organización del Sindicato Independiente Ferroviario
Veo con preocupación, desde la costa de levante, en la Comunidad Valenciana, como el proyecto de un tranvía para León se va quedando sin gas. Después de la polémica y el desgaste creado en torno al ancho de vía (una cuestión menor que debería haber sido solucionada con un criterio técnico) estos días ha aparecido en prensa una noticia que ha venido a redundar en la parálisis del proyecto: la falta de financiación, o en otras palabras, que los componentes de la Unión Temporal de Empresas (UTE) quieren más dinero por menos recorrido. Ahora el Concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de León se plantea la posibilidad de recurrir a otras empresas, a buscar en otros lugares, a negociar directamente y, eso supone, claro está, rebajar sus expectativas sobre el proyecto inicial. Lo que no sé si a Francisco Gutié-rrez se le ha ocurrido que para realizar un proyecto de esta envergadura es posiblemente, más que necesario recurrir a la financiación pública.
Vivo en un territorio que ha vertebrado su crecimiento y desarrollo a lo largo de ejes de comunicación y transporte de importancia muy significativa. Estos son, a grandes rasgos, el Puerto de Alicante, sólido, estable, con un volumen de actividad creciente; un aeropuerto (El Altet) con una elevado tránsito aéreo, un eje de comunicación por carretera a través de autopistas y autovías que conectan el mediterráneo (AP7 y A7) y el interior de la Península y un ferrocarril interior innovador, por el que han apostado sin fisuras desde todos los ámbitos políticos e institucionales. Toda esta infraestructura no han sido posible realizarla sin la voluntad política de quien tiene la responsabilidad de velar por los intereses de los ciudadanos, intentando con sus acciones generar riqueza y procurar el desarrollo y el crecimiento de su tierra. No voy a detenerme en plantear la conveniencia o no de combinar sistemas de explotación del transporte terrestre por ferrocarril públicos, privados o mixtos, pero sí lo haré en el porqué esta región a apostado claramente por una reordenación del transporte terrestre, basándose en criterios sostenibles, respetuosos con el medio ambiente y generadores de empleo sólido. La Comunidad Valenciana ha realizado en los últimos años increíbles esfuerzos por modernizar la red de ferrocarriles heredada de FEVE y convertirla en un ejemplo de sistema integral de explotación del ferrocarril. Primero creó una empresa pública para gestionar íntegramente el sistema de transporte regional y de cercanías que había sido transferido por el gobierno central en el año 86 al gobierno autónomo. Una vez creada la infraestructura administrativa, la Generalitat Valenciana, a través de importantes inversiones, modernizó la red existente, consiguiendo un sistema ferroviario que mezcla tren, tranvía y metro: en el caso de la ciudad de Alicante la misma línea transcurre por superficie (la conocida playa de San Juan), bajo tierra en un metro que conecta el centro de Alicante y se convierte finalmente, en un cercanías que llega hasta Benidorm. Todo esto es posible realizarlo en la actualidad sin cambiar de tren, en el mismo asiento. El acierto de este sistema de transporte sólo puede lograrse con la iniciativa del gobierno de la región, pero con el apoyo de quienes ha creído que ese proyecto era en términos generales bueno para Alicante, para el desarrollo económico de valencia y positivo también, desde un punto de vista social.
Este es un buen momento para demandar a los agentes sociales, los partidos políticos y las instituciones un esfuerzo para conseguir de este proyecto un proyecto de futuro viable, sin fisuras y con el consenso necesario para poder ejecutarlo satisfactoriamente. Es necesario que este proyecto se apoye desde las instituciones decididamente, bien sea a través de la empresa ferroviaria Feve, a través de la Junta de Castilla y León o del Ministerio de Fomento.
Con la iniciativa pública por delante, con una inversión que pasará a formar parte de la infraestructura de la ciudad, lograremos que León tenga un tranvía que se convierta en un símbolo del progreso de una región que ha estado sometida a continuas discriminaciones en relación con el resto de España. Para algo tiene que servir la experiencia de otros territorios que han sido pioneros en el transporte por ferrocarril y de los que se puede aprovechar al máximo su experiencia en ese ámbito.
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