Carracao se habrá echado a temblar al escuchar la posibilidad de ver un tranvía, e incluso un tren elevado, cruzando la ciudad para descongestionar el tráfico. Naturalmente son sólo ideas echadas al vuelo coincidiendo con la renovada flota de autobuses. En ese esfuerzo por modernizar la ciudad, se ha hablado de nuevas ubicaciones para la estaciones de transporte público e itinerarios con más lógica, con el fin de darle un mejor uso a estos servicios. Al menos de esa lógica tan atractiva y apreciada fuera de la ciudad. Por eso no me extrañaría ver, antes de imaginar tranvías y otras variedades, a los líderes de la oposición ahora orgullosos de los aproximadamente 8,4 millones, preocupados por el destino de este posible pellizco otorgado por el Fondo Estatal para el Empleo y Sostenibilidad local. Así, de corrido, con sus mayúsculas pertinentes otorgando empaque y seriedad. Del dinerito espera Carracao, se haga un buen huso.
A veces, solo en contadas ocasiones, un atasco se soluciona no permitiendo al listo de turno aparcar en doble fila, no dejando al listo de turno hablar con el colega en medio de la carretera, hasta sería factible despejar la concentración motera policial en la Plaza de la Constitución a hora punta. Pero también es cierto que no estaría nada mal contar con un tranvía cargado de ceutíes un fin de semana cualquiera, si me apura, hasta un tren elevado cruzando por encima del puente al más puro estilo Blade Runner. No me extraña que Carracao se tema lo peor, dicen que cuando el rio suena agua lleva. En los Premios Planeta suenan campanas de victoria para Risto Mejide, todo es posible, al cierre de esta edición seguirá siendo una conjetura. Nunca se sabe.
Aquí sí lo sabemos.
Sabemos que no faltará mucho para devolverle un poco de verde a la cada vez más oscura y triste Plaza de los Reyes. Una vez memorizada en las retinas, ya no posee ese vanguardismo mal entendido de los primeros días. En unos años la veremos ajardinada, estoy convencido de ello. Sabemos del gusto por la escultura, puesto que en cada esquina tenemos una, hasta gaviotas han sido representadas y no por echar de menos a las autenticas. Iniciativas interesantes, no hay duda, que se caen por su propio peso, nunca mejor dicho, cuando asistimos a una obra de teatro y nos asfixiamos de calor, sudando como pollos, mientras intentamos oír la voz de Héctor Alterio por encima del abrir y cerrar de los abanicos de las señoras y algunos señores. Detrás de las cortinas existen ventanas capaces de ventilar a la antigua usanza. Alguien se olvidó de abrirlas. Conocemos la imagen de nuestras Murallas Reales, tan preciadas y admiradas para el visitante de fuera. Para nosotros, simples muros donde chocar el balón, parque temático infantil, sin monitores, marcado por los pipis de los infantes en esos apretones incontrolables de la infancia. Al principio todo son historias, luego el tiempo se encarga de ponerlas en su sitio.
Dinero para la inversión social, la calidad de vida y la cohesión. La creación de empleo sería una buena inversión social, un buen teatro mejoraría la calidad de vida, espacios cuidados y protegidos fomentan la cohesión, un tranvía es sólo un deseo.
Lejos de malas interpretaciones, no considero la utilización de esta dotación económica errónea. Hay establecido una especie de código leal con los dirigentes de esta ciudad a los cuales el voto de confianza está garantizado. Sin embargo hay proyectos inmediatos abordados con la misma facilidad que se esgrime una firma en un contrato.
Si la idea del mercado al estilo catalán cayó por su propio peso, me temo viajar en tranvía al estilo sevillano tiene el mismo destino. Porque ambas ideas se alejan muchísimo de la realidad social de esta ciudad.
Ya le gustaría a la oposición tener un tren elevado cruzando la geografía caballa y el salón de actos del Instituto Siete Colinas como centro neurálgico cultural a la vez que método, estilo tele-tienda, para adelgazar.
Sabemos que no faltará mucho para devolverle un poco de verde a la cada vez más oscura y triste Plaza de los Reyes. Una vez memorizada en las retinas, ya no posee ese vanguardismo mal entendido de los primeros días. En unos años la veremos ajardinada, estoy convencido de ello. Sabemos del gusto por la escultura, puesto que en cada esquina tenemos una, hasta gaviotas han sido representadas y no por echar de menos a las autenticas. Iniciativas interesantes, no hay duda, que se caen por su propio peso, nunca mejor dicho, cuando asistimos a una obra de teatro y nos asfixiamos de calor, sudando como pollos, mientras intentamos oír la voz de Héctor Alterio por encima del abrir y cerrar de los abanicos de las señoras y algunos señores. Detrás de las cortinas existen ventanas capaces de ventilar a la antigua usanza. Alguien se olvidó de abrirlas. Conocemos la imagen de nuestras Murallas Reales, tan preciadas y admiradas para el visitante de fuera. Para nosotros, simples muros donde chocar el balón, parque temático infantil, sin monitores, marcado por los pipis de los infantes en esos apretones incontrolables de la infancia. Al principio todo son historias, luego el tiempo se encarga de ponerlas en su sitio.
Dinero para la inversión social, la calidad de vida y la cohesión. La creación de empleo sería una buena inversión social, un buen teatro mejoraría la calidad de vida, espacios cuidados y protegidos fomentan la cohesión, un tranvía es sólo un deseo.
Lejos de malas interpretaciones, no considero la utilización de esta dotación económica errónea. Hay establecido una especie de código leal con los dirigentes de esta ciudad a los cuales el voto de confianza está garantizado. Sin embargo hay proyectos inmediatos abordados con la misma facilidad que se esgrime una firma en un contrato.
Si la idea del mercado al estilo catalán cayó por su propio peso, me temo viajar en tranvía al estilo sevillano tiene el mismo destino. Porque ambas ideas se alejan muchísimo de la realidad social de esta ciudad.
Ya le gustaría a la oposición tener un tren elevado cruzando la geografía caballa y el salón de actos del Instituto Siete Colinas como centro neurálgico cultural a la vez que método, estilo tele-tienda, para adelgazar.

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