Conductores magrebíes aprovechan su dominio del árabe para ejercer de taxistas en el puerto de Algeciras
CÁNDIDO ROMAGUERA - Algeciras - 13/10/2008
Si son pillados, los pasajeros aseguran que son familiares del chófer
Esta situación también se produce en otras ciudades como Barcelona, Ibiza o Jerez. Algeciras presenta una cierta singularidad por su condición de ciudad fronteriza como puerta de entrada a Europa desde el norte de África. Los taxistas piratas se benefician del conocimiento del árabe. "Entran al puerto sin el vehículo, que suele estar aparcado en las inmediaciones, y cuando cierran un acuerdo con algún viajero, lo recogen y lo trasladan sin ningún problema", cuenta Martín.
Las primeras denuncias del colectivo de Radio Taxi fueron interpuestas hace dos meses, pero el problema con el que los afectados dicen encontrarse es, la falta de sanciones duras para los conductores que ejercen esta competencia desleal. "Vamos a pedir a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad y a la Policía Local que extreme la presión hacia estas personas, porque una vez localizados, es muy difícil demostrar que realizan una actividad ilícita. Los pasajeros que trasladan suelen ser advertidos y aseguran que son familiares del chófer", afirma el presidente de Radio Taxi.
En su opinión, la Policía debería "pedir la documentación del vehículo, seguro, impuesto de circulación, para poder incrementar la sanción. A lo máximo a lo que ha ascendido una sanción administrativa es a 6.000 euros", sostiene
Para atajar esta situación, responsables de la Guardia Civil, Policía portuaria, Policía Local y el propio ayuntamiento de Algeciras han mantenido reuniones con los taxistas legales para buscar soluciones y "poder identificar a estas personas y sancionar su actividad", afirmó el concejal de Transportes, Javier Soto. El Ayuntamiento se ha comprometido a que las patrullas de la Policía Local acudan de forma urgente a los lugares donde operan los piratas cuando sean identificados por los taxistas algecireños. Y la Policía Portuaria ha incrementado su labor de inspección para dar traslado de esta información a la Guardia Civil.
Y es que, lo que comenzó hace cuatro años como unos pocos servicios realizados por varias personas a las que los propios taxistas tenían identificadas, se ha convertido en todo un entramado. "Cambian de coche, de conductor y de lugar de recogida de los viajeros, por lo que es muy difícil su identificación", asegura Martín. Éste se muestra preocupado por la reacción de algunos de sus compañeros. "Algunos han querido tomarse la justicia por su mano", advierte.
EL PAÍS
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