Ignacio Díaz Pérez
Redactor de ELMUNDO.es en Andalucía
Cuesta entender que los taxistas de la ciudad sigan insistiendo en la existencia de una "oferta sobredimensionada" después de haber alcanzado un acuerdo con el Ayntamiento de Sevilla para la retirada de 76 licencias de taxi y cuando existe un consenso en el sentido de que la ciudad se ha vuelto imposible para el tráfico privado por la falta de aparcamientos, las limitaciones de acceso a determinadas zonas y demás circunstancias.
Si no se puede coger el coche y aun así los taxistas se quejan de que la demanda es muy inferior a la oferta, de que los ciudadanos no utilizan los taxis, habrá que plantearse cuáles son las causas reales. Los taxistas sólo barajan un parámetro: hay demasiados taxis. E intentan -y lo consiguen- que el Ayuntamiento, prestatario del servicio, les pague a ellos, concesionarios del mismo, por dejar las licencias, y ahora pretenden reorganizar los descansos para ajustar la oferta a la demanda.
Me parece bien cualquier medida que contribuya a optimizar un servicio público como el transporte. Pero no es sólo un problema de cantidad (muchos taxis, pocos usuarios). La parada de la Plaza de Cuba no puede tener tres hileras de taxis aparcados a la espera de cargar clientes porque en Los Remedios el servicio sí se utiliza y, mientras tanto, que haya ciudadanos en otras zonas de la ciudad a los que les duelen los pies de esperar que llegue un taxi o el dedo de marcar el número de algunas de las asociaciones de taxis que no siempre atienen a esa demanda.
Y el precio... La oferta se tiene que adecuar a la demanda, es cierto. En número de taxis en circulación, en horarios, en zonas y en precio. Podrán esgrimir estadísticas que dirán que Sevilla no es la ciudad más cara. Pero ir de Triana a la Macarena en taxi puede llegar a costar 12 euros. Eso también hay que adecuarlo a la demanda.
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