POR
CARLES COLS
Hace dos blogs (curiosa manera de medir el tiempo) pedí ayuda a los lectores, celoso de la feliz ocurrencia de Paul Middlewick, un usuario del metro de Londres que en sus ratos de ocio ha descubierto hasta 35 animales ocultos en el suburbano de la capital británica. Bien, más exactamente los ha silueteado sobre el mapa de las líneas del metro de esa ciudad. Su obra se expone en una web (http://www.animalsontheunderground.com/index.html), que además invita a los naturalistas urbanos a proseguir en la búsqueda de especies ocultas. “Quedamos en el pico del tucán”. Qué elemental modo, queridos lectores, de citarse, por ejemplo, en la estación de Baker Street.
La cuestión es que me asaltó la duda de qué esconde el mapa del metro de Barcelona. Sufrí lo indecible cuando hace ya más de 10 años se pusieron de modo aquellos odiosos cuadros en 3D en los que -decían todos a mi alrededor- emergían imágenes increibles por poco que uno intentara concentrar su mirada en el infinito o un poco más allá. Jamás lo logré. Soy más un paciente para el test de Roschard que un avezado localizador de wallys. Así que hace dos blogs decidí lanzar una bengala de auxilio al océano de internet por si alguien navegaba cerca de mi imaginación, que hace aguas. Prometí entonces que un buen compañero de este diario y excelente infografista, Ricard Gràcia, me echaría un cable para presentar en público los hallazgos. No imaginaba entonces que sería él en persona el que se cubriría la testa con el salacot para salir de safari en su primer día de merecido descanso.
De momento, aquí está la primera captura. Es sin duda un gorrión, de notables dimensiones además, pues el pico lo sitúa en la estación de Sagrada Família y la cola en La Sagrera. Especialmente interesante es el detalle de la patita derecha. Parece anillada, nada extraño en un país como Catalunya, de enraizada tradición ornitológica. También podría ser que fuera víctima de la muy catalana e ilegal caza con liga. No sé… En cualquier caso, ahí está el pájaro y ahí viene mi más sincero agradecimiento a Ricard.
Hoy me he cruzado con él y tenía en la mirada el brillo aquel de Lawrence Swan cuando, en compañía de Edmund Hillary y en la ladera del Everest, vio volar por primera vez sobre las cumbres del Himalaya a los gansos del Índico, especie única y desconcertante por cómo desafía a las alturas en su anual viaje de la India a Mongolia. “Procedente del sur, el zumbido distante se convirtió en llamada. Entonces, como si salieran de las estrellas sobre mi cabeza, escuche el graznido de los ánsares calvos”. Así se emocionó Swan en aquella expedición al techo del mundo. Con idéntica alegría celebro esta primera captura. Que el metro de Londres no sea más que el de Barcelona.
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