miércoles, 12 de enero de 2011

GRAN BARCELONA: Sopa de letras ferroviaria

Defensores del transporte público proponen una nueva nomenclatura para Rodalies, trenes regionales y metro. Plantean un sistema alfanumérico relacionado con el destino del convoy


El usuario habitual de la red ferroviaria catalana es como el taxista de toda la vida, conoce el terreno sin necesidad de recurrir a un mapa y es capaz de trazar rutas alternativas si huele problemas en su recorrido habitual. Hoy dejaremos a un lado al viajero avispado y nos centraremos en el que sube al tren de uvas a peras, en el hombre o mujer que se planta delante de un plano ferroviario y experimenta un lacerante sudor frío fruto del más absoluto de los desamparos.

Letras, líneas, números, colores y direcciones. Hasta ahí, nada distinto respecto al transporte público e cualquier gran ciudad del mundo. Lo doliente en el caso barcelonés y, por ende, en el caso catalán, es que las denominaciones de los trenes regionales y de Rodalies -se da por supuesto el libre albedrío en el metropolitano- no guardan ninguna relación entre ellos y es muy fácil equivocarse y coger un convoy que resulta que no se detiene en Centelles porque es el semidirecto que se asoma a la Tour de Carol. Ante semejante sopa de letras, se impone simplificar; facilitar un código para que el novato e incluso el turista accidental sepan unir dos puntos sin ser un entendido en la geografía local.

Esperando al Govern
Con el equipo de Artur Mas colgando cuadros en los despachos y el nuevo conseller de Territori i Sostenibilitat, Lluís Recoder, aterrizando en el quisquilloso mundo de las infraestructuras, ha sido la asociación Promoció del Transport Públic (PTP) la que ha dado un primer paso para impulsar una simbología algo más digerible, tanto para el metro como para los trenes regionales y de Rodalies. Ricard Riol, su presidente, fue el encargado, ayer, de presentar esta «nueva nomenclatura destinada a organizar mejor la red ferroviaria», una idea que coge como referente los corredores -hacia dónde va y de dónde viene el convoy- para establecer una denominación «que evitará que la gente se pierda en los andenes o coja el tren equivocado».

Si se sabe explicar bien, la idea de la PTP tiene todo el sentido del mundo. «A día de hoy -expuso Riol- los operadores aportan su red particular de trenes, pero no hay un mapa en el que puedas ver, como hemos planteado nosotros, todos los servicios ferroviarios de Catalunya». Más allá de este «plano integrado», sugirió que los trenes regionales y los de Rodalies lleven una R delante y un segundo número detrás del que ya existe en función del destino final. Un ejemplo: la R-3 es la línea que une L'Hospitalet y Vic. Pues bien, la R-30, respetando el número tres que hace referencia a este corredor, sería la que iría a la Tour de Carol. Siguiendo este modelo, la línea R-1 sería la de Sant Vicenç-Vilanova, la R-2, la de Granollers-Sant Celoni, y la R-4, la de Manresa. Para los trenes semidirectos, se añadiría una S.

Suburbano rebautizado
La propuesta de esta asociación requeriría poner de acuerdo a la Generalitat, gestora de FGC, Rodalies y trenes regionales, y a la Autoridad del Transporte Metropolitano, responsable del metro de Barcelona. En este sentido, Riol propuso que el suburbano, incluidos los Ferrocarrils, cambie la L por la M, de manera que la L-3 sea la M-3.

Teniendo en cuenta, como señaló el presidente de la PTP, que Catalunya engulle el 40% de los viajes regionales, la necesidad de tener una malla ferroviaria transparente no es un capricho pasajero. «Ahora, con más competencias en este campo, hay que construir un ferrocarril más claro a escala catalana para que lo pueda entender todo el mundo», concluyó.

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