Aún bajo los estragos de una guerra fratricida, con el país casi en bancarrota, y en una lenta y penosa reconstrucción, el Gobierno decidía agrupar y nacionalizar en una sola empresa todas las compañías de ancho nacional (1.668) que operaban en España. Nacía así la Red Nacional de los Ferrocarriles Españoles (RENFE). Y hoy se cumplen setenta años de aquella efeméride.
El objeto de la creación de RENFE fue rehabilitar la red ferroviaria española, gravemente dañada como consecuencia de la Guerra Civil, ante la situación de quiebra económica de las empresas ferroviarias que hasta entonces habían explotado la red. En el momento de su creación contaba con 12.401 kilómetros de vía, apenas había recursos y era necesario unificar, por ejemplo, las señales (había cerca de 30 tipos distintos) y los reglamentos de circulación (entre las distintas compañías sumaban una veintena).
Poco después de acabada la Guerra Civil, se decidió compensar a los bancos que poseían las acciones de las grandes compañías ferroviarias y nacionalizar la red de ferrocarriles. De esta forma, se formalizó una idea anterior a la contienda (el Gobierno de la República ya había iniciado estudios y planes) para fortalecer el tráfico ferroviario y acabar con la dispersión de las líneas.
RENFE agrupó las compañías de ancho español (1.668 milímetros) y los ferrocarriles que explotaba el Estado, sumando un total de 12.775 Km. Constituyeron la compañía con la unificación de lo que fueron Camino de Hierro del Norte de España, Madrid-Zaragoza-Alicante (MZA), Central de Aragón, Oeste-Andaluces, Santander-Mediterráneo, Lorca a Baeza y Águilas, Zafra-Huelva, Torralba-Soria, Bilbao a Portugalete y Santurce, Desierto de San Julián de Musquiz (Triano), Alcantarilla a Lorca, Baza a Guadix, Cinco Casas a Tomelloso, Villacañas a Quintanar de la Orden, Valencia a Liria, Silla a Cullera, Villaluenga a Villaseca,Veriña a Aboño. El Estado también se hizo cargo de la explotación de las líneas de Sevilla a Alcalá y Carmona, Murcia a Caravaca, Lérida a Balaguer, Huelva a Ayamonte, Zafra a Jerez de los Caballeros y Puebla de Hijar a Tortosa.
Tras la contienda, el parque de material rodante de viajeros era muy escaso. De los 4.400 coches existentes antes del conflicto bélico, apenas si quedaban 1.750. Las series, además, eran diferentes, y cada compañía disponía de sus propios códigos de numeración. Por eso una de las principales tareas de la RENFE de aquellos primeros años fue unificar la nomenclatura y numeración de todo el parque móvil. Las series más representativas de coches que ingresaron en la nueva compañía fueron los ’costa’ de MZA, lo metálicos que formaron la serie 1000 y los metalizados de caja de madera conocidos como ‘verderones’ y los 3000.
La situación de penuria y escasez de suministros producida por las secuelas de la guerra civil y la nueva contienda bélica que enfrentaba a las naciones europeas impedía la reparación y mantenimiento que era necesario realizar. El 14 de marzo de 1941 se creó la Comisaría de Material Ferroviario, entre cuyas primeras actividades se incluyó la decisión de contratar la construcción de 120 coches, aunque hasta bien avanzado 1943 no pudo llevarse a cabo esta tarea. En el periodo comprendido entre 1940 y 1960 se construyeron un total de 520 coches, las reparaciones afectaron a 1.460 unidades y las importaciones a 100. Todo esto permitió que el parque de coches ascendiera a 3.370, con una edad media de entre 25 y 35 años. Entre 1941 y 1963 se construyeron 691 coches que formaron la serie 5000. Y a inicios de los años 1950 se construye la serie 6000. Un objetivo prioritario era poder dejar de utilizar el material de madera que en caso de accidente multiplicaba los daños personales.
Otro de los grandes objetivos de la nueva compañía era dotarse de un nuevo parque de locomotoras. En la guerra se destruyeron gran parte importante de las máquinas que tiraban de los trenes. Pero las empresas constructoras no podían obtener ciertos suministros debido a la guerra en Europa. La tarea se centró en reparar incluso aquellas locomotoras que fueron consideradas como inútiles al finalizar la contienda española.
Los trenes iban generalmente llenos y con grandes retrasos, pero era el único transporte fiable en aquella España de la postguerra, donde la población se veía obligada a realizar su vida con muchas privaciones. La época de la cartilla de racionamiento (sellos incluso para pan, arroz, aceite, azúcar, patatas y carne ) y el estraperlo. Años donde el artículo ‘la’ precedía al acrónimo con el que fue bautizada la nueva compañía, nombre del que muchos reniegan incluso hoy porque recuerda a esa España del hambre, el atraso y la represión.
Renfe será la ecargada de conducir el cáotico ferrocarril de la postguerra hasta nuestros días, en un viaje que recorrerá 40 años de dictadura franquista y 25 de democracia hasta el siglo XXI.
La Red Nacional de los Ferrocarriles Españoles (RENFE) dejó de existir el 1 de enero de 2005, con la entrada en vigor de la Ley del Sector Ferroviario. En ese momento se produjo su segregación en dos entidades: Adif y Renfe Operadora.
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