jueves, 1 de abril de 2010

Kamikazes: del autobús al Metro

Un gran operativo de control y vigilancia fue desplegado por la policía de Moscú en la terminal de autobuses procedentes del Cáucaso, adonde según las últimas informaciones habrían llegado el lunes las dos jóvenes suicidas que el lunes 29 se hicieron estallar en el Metro capitalino, dejando 39 muertos y 70 heridos.
Lo que nunca había ocurrido en la terminal de autobuses que salen de Moscú en horas de la noche con destino al Cáucaso se está registrando ahora, con la exigencia a los pasajeros de presentar sus documentos de identidad (que sólo son requeridos habitualmente para comprar un boleto de tren).
El tráfico desde Lujniki involucra sobre todo a comerciantes del Cáucaso que llegan a compran provisiones al por mayor en el mercado de ropa del complejo deportivo aledaño a esa terminal.
Según el diario ruso Kommersant, uno de los primeros en hablar de la “conexión del Emirato del Cáucaso” con los ataques terroristas, los autores del doble atentado en el Metro llegaron a Lujniki, provenientes tal vez de Makhachkala, capital de Daguestán, república del Cáucaso ruso; cuyo petróleo, ciertamente, ha estado en la mira de los inversionistas rusos e internacionales desde fines del siglo XIX, cuando comenzó la explotación del crudo en Chechenia por firmas francesas, holandesas e inglesas.
En el pasado, el Emirato del Cáucaso Norte —hoy evocado por el islamista Dokú Umárov—, tuvo una breve existencia cuando la entonces República del Cáucaso Norte, que incluía a Chechenia y Daguestán, declaró en 1919 su independencia del poder ruso, a poco de la revolución bolchevique de 1917, a la que había apoyado. Pero en 1920 el Ejército Rojo controló Chechenia y nacionalizó el crudo.
La policía inspeccionaba también los lugares “donde se reúne la gente del Cáucaso Norte y de Asia Central”, cerca de la terminal de Lujniki, a dos pasos de la estación del metro Sportivnaia, que está en la misma línea de Lubianka y Park Kultury, las dos estaciones donde el lunes fueron cometidos los atentados.
Interrogado por la policía, un chofer reconoció en fotos a las dos kamikazes del Metro, pero más tarde se desdijo al ver sus restos totalmente destrozados en la morgue.

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