miércoles, 26 de agosto de 2009

A todo tren en Azpeitia







Antiguas locomotoras y tranvías y la posibilidad de realizar trayectos entre Azpeitia y Lasao en trenes de vapor son algunas de las muchas actividades que ofrece el Museo Vasco del Ferrocarril

En el vigésimo aniversario de su inauguración, el Museo Vasco del Ferrocarril, situado en Azpeitia, no descansa y cuenta cada vez con más novedades. No para de adquirir nuevas máquinas y ampliar así su colección y, además, este verano el museo ha aumentado la oferta de circulación de sus históricas locomotoras.
«El museo tiene ahora mismo una colección de unos 75 vehículos», explica Juanjo Olaizola, su director. «La mayoría de ellos son ferroviarios, aunque también hay alguno que no lo es en sentido estricto», apostilla. Se refiere, por ejemplo, al antiguo camión de bomberos de Donostia, del año 1922, que está aparcado en el hangar del museo junto a otras muchas joyas ferroviarias de las que la mayoría proceden de los cuatro carriles de vía estrecha que jalonan y han jalonado Euskadi en los últimos 150 años.
Paseando por el hangar del museo es posible realizar un viaje en el tiempo. Allí se encuentran locomotoras de vapor, eléctricas y diesel, coches de viajeros, vagones de carga, tranvías, un trolebús de dos pisos de Donostia, antiguos autobuses de la línea San Sebastián-Tolosa... Esas máquinas comparten espacio con una réplica de un vagón del moderno metro de Bilbao o con una de las últimas novedades ferroviarias del País Vasco: un vagón del tranvía de Vitoria realizado por la empresa guipuzcoana CAF.
Otra de las joyas que se encuentran en Azpeitia es un tranvía de Zaragoza construido en 1952. En él, además, es posible realizar un pequeño trayecto dentro de las instalaciones del museo acompañado de las explicaciones de una de las trabajadoras del mismo. «Tirando de la cuerda que tenéis encima de cada asiento sonaba la campana para pedir parada», explica.
El antiguo tranvía conserva todas las características de la época, como el espacio en el que se colocaba el cobrador. Éste fue uno de los detalles que más le gustó a Jesús, un jubilado donostiarra que no paraba de sacar fotografías. «Mi padre fue cobrador de los tranvías y me ha gustado mucho ver cómo eran los tranvías en aquella época. He disfrutado mucho», decía.

Dresina de 1925
Una de las últimas adquisiciones del museo ha sido una dresina -un vehículo automotor ligero, equipado para transportar el personal y material necesario para la conservación de las instalaciones ferroviarias- construida en 1925. «Nos la ha cedido la empresa Elecnor que se dedica al montaje y mantenimiento de catenarias de ferrocarril, y ésta es una máquina que utilizaban ellos», explica Olaizola.
La historia de este vehículo es bastante larga ya que, en sus comienzos, fue utilizada en las labores de electrificación del tranvía de Vigo. Más tarde, en 1948 fue adquirida por la Compañía de Ferrocarriles Vascongados que la reconstruyó y convirtió en dresina para la realización de trabajos de mantenimiento del sistema de alimentación energético.
Tras trabajar para Eusko Trenbideak, el vehículo fue transferido a Elecnor, donde se realizó una nueva transformación de la dresina dotándole de una nueva cabina de conducción y una plataforma elevadora de personal. «Lo curioso es que tenemos en el museo otra máquina igual a ésta, su hermana gemela, también del año 1925 y que está tal como estaba originalmente», cuenta Olaizola. Además es, hoy en día, la locomotora con motor de combustión interna más antigua en funcionamiento en toda España, por lo que su valor es todavía mayor.
Como también es importante, y bastante exclusiva, la posibilidad que ofrece el museo azpeitiarra de realizar trayectos en trenes de vapor los fines de semana entre Azpeitia y Lasao. «En España sólo es posible hacerlo una vez al mes en Río Tinto (Andalucía) y aquí los sábados y domingos», explica Olaizola. Por ello, ayer se mostraba un poco contrariada Encarni, que había acudido al museo acompañada de su hijo Iñigo y sus nietos Ander y June con «el objetivo de andar en tren de vapor, pero hoy circulaba un vehículo histórico diesel», explicaba. Pese a ello, reconocía que les había gustado mucho la visita y que había disfrutado mucho junto a los más pequeños.
Un curso para saber más
Otra de las actividades que este verano ha ofrecido el Museo Vasco del Ferrocarril ha sido el Curso de Iniciación a la Tracción Vapor, que se ha celebrado por decimocuarta vez. «Siempre nos ocurre que alguno de los visitantes al museo se queda con ganas de saber más acerca de la tracción vapor, por eso decidimos realizar este curso», explica el director del museo. «La mitad del mismo es formación teórica y la otra mitad, práctica donde los asistentes llegan a manejar el tren», cuenta. Este año han participado aficionados al ferrocarril llegados desde Sevilla, Madrid, Vizcaya y Cataluña, entre los que estaba «un ingeniero del AVE que quería ver cómo funcionaban sus antepasados».
Familias portuguesas e italianas se paseaban ayer también por el museo azpeitiarra. Por su comentarios y gestos de exclamación, parecían contentos con lo que veían. Al igual que Alonso y sus padres, madrileños que veranean por segundo año consecutivo en Zumaia. «Venimos en busca de temperaturas más bajas y hoy hemos decidido venir a conocer el museo, y la verdad es que nos ha gustado mucho», afirmaban.
Para que guste a tanta gente y muchos repitan la experiencia de viajar en tren de vapor, mucha gente trabaja en el museo manteniendo al día los vehículos, engrasándolos y poniéndolos en marcha de vez en cuando.


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