Barcelona impulsa la restauración de sus autobuses, tranvías y metros antiguos para crear el embrión del Museu de la Mobilitat
Son parte de la memoria de Barcelona. Los autobuses, los tranvías y los metros que han transportado a millones de personas a lo largo de sus vidas están presentes en el imaginario colectivo. No en vano, en las grandes ciudades, buena parte del tiempo se emplea en desplazamientos mediante estos vehículos que, además, contribuyen a la configuración del paisaje urbano, con sus formas, sus colores y sus ruidos característicos.
Una pequeña muestra de estos iconos del pasado ha sobrevivido y TMB lo está restaurando. Esta colección arranca con piezas de finales del siglo XIX y se completa con otras muchas, algunas muy recientes. Hay desde un tranvía de tracción animal de 1888 hasta el autobús de hidrógeno probado hace tan solo dos años. La compañía trabaja en esta tarea con el objetivo de crear el embrión del Museu de la Mobilitat, inspirado en experiencias similares de Londres, Berlín, Zurich y que debe alzarse en la Sagrera aunque, antes, tendrá sede provisional en otro emplazamiento todavía por concretar.
Una tercera parte del medio centenar de modelos disponibles está en buen estado o en restauración. La existencia de este pequeño tesoro, valorado en 800.000 euros, y la voluntad de convertirlo en el punto de partida otras de iniciativas para la promoción del transporte público (desde becas para estudios hasta donaciones de vehículos a otras ciudades) ha animado a la compañía a crear una fundación.
Una pincelada del trabajo que se lleva a cabo para restaurar la colección histórica de TMB podrá verse este miércoles en la cochera del Triangle. Siete vehículos se expondrán en la cubierta de esta instalación de Sant Andreu. El acto, abierto al público de diez de la mañana a dos de la tarde, servirá además de presentación de la fundación.
"Vamos a enseñar sólo una pequeña parte de lo que tenemos -explica Maite Tacias, responsable de patrimonio histórico de la compañía- porque hay piezas en varios lugares y moverlas cuesta mucho". Esta es la razón por la que el tranvía de caballos de 1888 que cubría el trayecto entre la Rambla y Lesseps, que está en Can Boixeres, no podrá verse en Triangle. Tacias destaca que la restauración de estas joyas "es muy costosa porque a menudo están en muy mal estado y se emplean técnicas manuales". Pero, añade, "lo más valioso es el voluntarismo de personas que tienen una relación especial con estos vehículos y que han aportado fotografías y su propio recuerdo para que vuelvan a ser como eran, hasta en el más mínimo detalle".
Uno de estos amantes del transporte público del pasado es Manuel Giménez, de 80 años, miembro de la Associació d'Amics del Ferrocarril que, a pesar de no dedicarse profesionalmente a este mundo, siempre se sintió atraído por él y se convirtió en un experto en tranvías. Hace tres años publicó Memorias de un tranviario, libro en el que repasa la historia de este medio en Barcelona. Dos de las unidades que se enseñarán en el Triangle, la 58 (en activo desde 1899 hasta 1964) y la 867 (1924-1967) se han restaurado con su ayuda y la de otros entusiastas aficionados.
El primero de estos tranvías forma parte de la serie que estrenó la tracción eléctrica en Barcelona y se empleó en la línea de circunvalación, la popular 29. El segundo circuló por Gràcia, dado que estaba adaptado para pasar por calles estrechas. En la muestra también estará el R-1754, un tranvía jardinera de 1951 que se mantuvo en servicio hasta 1963.
Además, podrán verse cuatro autobuses. Uno, un Dodge de 1935, que se estrenó en Estados Unidos como camión, llegó a España durante la guerra civil y en 1940 se transformó para el transporte de trabajadores de la fábrica Cal Font de Igualada. El segundo es un Urbas Chausson, el número 59, activo de 1955 a 1976. La incorporación de 25 unidades de este modelo francés supuso una importante renovación del material móvil de Barcelona. Mucho más reciente es el 7092, un Pegaso que circuló entre 1982 y 1999. Por último, se enseñará la unidad 3036 articulada, también de la firma del caballo alado, activa de 1967 a 1992 y que se donó a la Universitat Autònoma.
En el Triangle se guardan otros vehículos. Entre ellos, convoyes del metro. Uno es de la serie 300, de los primeros que tuvo la capital catalana en 1924 cuando abrió el Gran Metro (actual L3 de Lesseps a Catalunya). TMB quiere ponerlo en circulación con actividades lúdico-culturales a bordo. Se estudia hacerlo por la noche y en trayectos en los que sea compatible con las labores de mantenimiento de la red.
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