El punto negro del plan es un edificio de Badal-Capmany a 2 metros de los trenes
- Un tren de Renfe, en las vías sin cubrir, y un metro, bajo el cajón. Foto: ALBERT BERTRAN
- El cajón de hormigón que cubre las vías de la L-1 del metro en Sants a la altura de la Riera de Tena, el viernes. Foto: ALBERT BERTRAN
BARCELONA
En el lado mar de Antoni de Capmany y entre Riera de Tena i Jocs Florals conviven dos de las construcciones más antiguas y modernas del metro. Junto al edificio catalogado del histórico Ferrocarril Subterráneo Transversal, como se lee en su fachada coronada por cuatro grandes leones y que TMB utiliza aún como subcentral eléctrica, se levanta una flamante estructura que cubre las vías de la L-1. Es el gran cajón de homigón que va de la estación de Mercat Nou a la de Santa Eulàlia. A pie de calle de la primera parada, los trenes se oyen poco y se ven solo a ratos por el lateral acristalado con vigas en diagonal. Pero de lejos, la enorme mole cambia el paisaje y en su ruta hacia L’Hospitalet llega a pasar a solo dos metros del edificio de cuatro pisos de Badal-Antoni de Capmany.
Es el punto negro de un proyecto que intenta, con costes reducidos, eliminar de la vista y el oído de los vecinos la secular playa de vías que divide Sants con un tráfico ferroviario incesante. Y también eliminar, mediante nuevos pasos transversales superiores, y la ampliación de los inferiores ya existentes en Riera Blanca, Badal y Riera de Tena, la incomunicación del barrio.
VEGETACIÓN DIFÍCIL / Cuando se complete el segundo cajón, el largo gusano grisáceo será aún más imponente. Con la extensa zona verde prevista en su superficie, las cosas se verán de otro modo, aunque algunos vecinos dudan de que con el escaso grosor de tierra que habrá sobre el cemento, puedan crecer árboles tan altos y ufanos como los dibujados en las imágenes arquitectónicas.
En algunos tramos de la estructura donde el cierre lateral no es macizo, la colocación de paneles translúcidos está pendiente de la construcción del segundo cajón. Si los cristales se pusieran ahora se romperían con la oscilación que causará el asentamiento de la nueva estructura de hormigón. Mientras, desde los balcones y ventanas de los tres primeros pisos de Badal-Capmany los metros siguen casi al alcance de la mano y su paso se vive literalmente en directo todos los días del año.
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