El joven dejó en evidencia a su abogado al romper el pacto de conformidad de pena e inculpar a otro de los procesados
El joven acusado de asesinar de 25 puñaladas a un taxista en Aldaia en 2007 reconoció que pudo ser el autor de la cuchillada mortal, pero aseguró que la asestó «sin querer» durante un forcejeo con la víctima en el interior del coche.
Durante el juicio con jurado que comenzó ayer en la Audiencia de Valencia, Miguel Ángel G. B. cambió en el último momento su versión de los hechos e inculpó a José Francisco M. N., uno de los dos jóvenes que viajaban en la parte trasera del taxi cuando tuvo lugar el crimen.
El acuerdo de conformidad de pena al que habían llegado los abogados defensores y el fiscal no lo ratificó el presunto asesino cuando declaró ante el tribunal. «Pudo ser un homicidio imprudente en el forcejeo, pero yo no tenía intención de matarlo», manifestó Miguel Ángel G. con la voz temblorosa.
Su abogado defensor se quedó perplejo al escuchar aquellas palabras. Y es que horas, días y meses antes el procesado había reconocido ser el único autor de las 25 cuchilladas en sus declaraciones ante la policía, el juez y su propio letrado.
Pero el juicio no había hecho nada más que comenzar. Y pronto llegó la segunda sorpresa. Miguel Ángel G. declaró que Francisco M. N. también apuñaló al taxista desde el asiento trasero. La sala del jurado enmudeció. Nunca antes el presunto asesino había inculpado al otro joven procesado.
De su hermano José Javier G. B. -el tercer hombre que se sentó en el banquillo de los acusados-, Miguel Ángel G. afirmó que salió corriendo tras las primeras cuchilladas y no participó en el crimen.
Hechos probados
El fiscal considera probado que, en la madrugada del 16 de noviembre de 2007, Miguel Ángel G. se fue de copas con su hermano y un amigo para festejar que acababa de salir de prisión.
Tras consumir cocaína y entre 10 y 15 'cubatas' en un pub de Catarroja, según declaró en el juicio, convenció a los otros dos para que le acompañaran a un local de ocio situado en Xirivella.
Sobre las 04.20 horas, los tres pararon un taxi y Miguel Ángel G. indicó al conductor que siguiera una ruta con sus indicaciones hasta que llegaron a un polígono industrial de Aldaia, donde pidió al taxista que se detuviera.
En ese momento, el procesado, situado en el asiento del copiloto, metió la mano en un bolsillo como si fuera a pagar la carrera. Sin embargo, sacó un cuchillo de 18 centímetros de hoja y le asestó varias puñaladas en la cara y el tórax, además de golpearle. Cometió la agresión sin discusión previa, y tal fue la violencia empleada que la hoja del cuchillo se partió, según el fiscal.
Tras este primer ataque, el taxista quedó aturdido y sin poder escapar del lugar, lo que aprovechó el procesado para abrir la puerta del conductor y seguir propinándole puñetazos y patadas.
Luego sacó a la víctima del taxi y volvió a apuñalarla en el suelo con otro cuchillo, este de una hoja con sierra de 17,8 centímetros, que también se partió.
El taxista, un hombre corpulento que no contaba con mampara en su vehículo, recibió un total de 25 puñaladas, principalmente en la zona de cara y tórax.
Mientras todo esto sucedía, el hermano y el amigo del presunto asesino, que ignoraban que este tuviera la intención de atacar al taxista, salieron sorprendidos del taxi y se mantuvieron alejados, sin intervenir ni intentar que cesara en su brutal apuñalamiento.
El fiscal pide una condena de 25 años de prisión para Miguel Ángel G. por el asesinato; y dos años de cárcel para los otros dos procesados por un delito «de omisión del deber de impedir la comisión de un delito contra la vida, y otro de omisión del deber de socorro».
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