Todavía tiene la sonrisa en la cara, porque no siempre salen
así de bien las cosas, ni todas las tardes le dicen a uno que es un héroe. Pero
es el caso de Rubén, el oficial de Policía Nacional que ayer a mediodía salvó
la vida a una mujer que cayó a las vías en el Metro.
"Yo
estaba en la otra punta de la estación y me iba al Tribunal Supremo, con el
tiempo justo para llegar a mi hora, a las dos", recuerda Rubén, de 38
años, que ya lleva 13 trabajando como policía entre Alicante y Madrid.
"Entonces oí la caída de la mujer a la vía, y los gritos de la
gente. El tren estaba viniendo ya, así que me lancé abajo para que el
conductor me viera primero a mí y fuera frenando".
En el momento de saltar, Rubén lleva unos apuntes del curso
de subinspector, porque va a ascender en breve. Cuando llega hasta María
Dolores se echa los apuntes en la boca para agarrarla con las dos manos.
"Es que son los apuntes de todo el curso y no quería perderlos. La
mochila, en cambio, con todo mi dinero, la dejé tirada en el andén", explica.
"En un principio intenté levantar en brazos a la mujer,
pero como estaba desmayada era un peso muerto y no podía con ella, así que la
agarré por las axilas y la arrastré hasta la vía de enfrente, por donde no
venía ningún tren", añade.
La carrera que se pega el policía es monumental, sobre todo
sabiendo que un tren le pisa los talones. De hecho, cuando todavía le quedan
unos metros para llegar a la víctima, se ven los faros del convoy, que ya asoma
por la estación. Por suerte, el conductor le vio y logró frenar sin llegar
apenas a salir del túnel. "Creo que no he corrido más en toda mi
vida", rememora el agente cada vez que le mencionan el asunto.
Cuando ya estaban a salvo, otros pasajeros le ayudaron a
subir a la mujer: "Entonces la tumbamos en el suelo y apareció un médico y
se puso a tomarle la tensión. Yo le coloqué mi bufanda debajo de la cabeza para
que se apoyara y empecé a hablar con ella, porque había que mantenerla
despierta".
¿Y qué dijo ella? "Pues que le había entrado como mucho
calor de repente, y que había vuelto a nacer. No paraba de darme las
gracias", explica con orgullo. Aunque para orgullo, el de su padre,
policía jubilado, que le llamó ayer y le dijo: "Ya van dos, ¿eh?". Y
se refería a queel verano pasado Rubén también salvó a una niña de cuatro años.
"Se cayó a un lago en Plitvice (Croacia) y se estaba ahogando. Me tiré y
la saqué", cuenta entre risas.
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