
UNA BASE. En la glorieta de la Cibeles se reúnen conductores de taxis ejecutivos “piratas”. A menos de 200 metros está la sede de la Secretaría de Tranportes y Vialidad del DF (Foto: )
Son cómodos y de modelo reciente. Los usuarios dicen que son seguros, que llegan justo al lugar donde se les pide sin contratiempos y que los conductores son educados. Sin embargo, ante la autoridad, los llamados taxis ejecutivos son, a todas luces, irregulares.
Con una simple llamada telefónica, en pocos minutos llega un auto particular manejado por un chofer dispuesto a llevarlo a cualquier punto de la ciudad. No tienen placas de taxis ni la pintura autorizada para estos vehículos, pero sí, escondido, un taxímetro con tarifas similares a la de los servicios ejecutivos autorizados.
“Tú llamas y te dicen: le vamos a enviar un Tsuru blanco o un Pointer verde, la unidad 54 o 30 o lo que sea. Son coches particulares, no tienen ninguna señalización. Luego les dices en dónde te deben recoger y te llevan sin problema”, cuenta Fabiola Juárez.
Ella solicita ese servicio para regresar del trabajo a su casa o cuando sale muy tarde de una fiesta. “Nunca me han quedado mal”, asegura.
Jessica Molina también es cliente frecuente de estos taxis. “En las noches para regresar a mi casa prefiero mil veces llamar a un taxi ejecutivo porque son más seguros y confiables. No me importa pagar más”, dice.
Servicio identificado
La Secretaría de Transportes y Vialidad (Setravi) tiene ubicados al menos 45 sitios en distintas partes de la ciudad donde hacen base estos taxis ejecutivos irregulares. Se concentran en colonias como Polanco, la Zona Rosa, Santa Fe, Condesa, Del Valle y la Roma. De hecho, tan sólo a unos pasos de la sede de la dependencia, en la glorieta de la Cibeles, hay una base de estas donde se reúnen varios vehículos.
Cálculos de la dependencia refieren que son unas diez mil unidades las que prestan este servicio agrupados en distintas empresas.
Su forma de operar se basa en una llamada telefónica, su publicidad consta de tarjetas que reparten entre los usuarios, quienes a su vez los recomiendan a otras personas.
Cuando un usuario llama a alguno de estos números telefónicos, quien contesta pide el nombre del pasajero, la forma en que va vestido y la dirección donde pasará a recogerlo y en algunos casos el destino al que se dirigen. Al abordar la unidad, los choferes confirman el nombre y encienden el taxímetro que traen escondido en el espacio para el estéreo o en la guantera.
Aunque los clientes consiguen los números por recomendación de otro usuarios, también se les puede localizar fácilmente en internet.
Con una búsqueda en línea se encuentran ofertas: “servicio por hora, tarifa por kilómetro, seguridad, confianza, rapidez”, “choferes bilingües, las 24 horas los 365 días del año”, “autos particulares, te llevamos a tu trabajo, a la escuela, al aeropuerto, al antro”.
Ante esta situación, el secretario de Transportes y Vialidad del DF, Armando Quintero, dice: “Hasta ahora no tenemos un registro de la prestación de ese servicio. Para nosotros es irregular y lo vamos a combatir”.
Asegura que los taxis regulares tienen placas y concesión y están plenamente identificados para prestar el servicio individual de pasajeros. “Lo que no esté en esas condiciones es irregular y estará expuesto a la persecución, a la remisión a corralones y las multas correspondientes por prestar ilegalmente el servicio”, advierte.
Competencia desleal
Líderes de taxistas regulares reprueban la existencia de este servicio y aseguran que son competencia desleal.
Fernando de la Cruz, dirigente del Bloque de Izquierda Urbana de Taxistas, asegura que “son una competencia desleal, no cumplen con los requisitos como nosotros, no respetan la tarifa ni traen tarjetón.
“A lo mejor son más seguros porque no hay dónde reclamar, mientras que nosotros podemos perder hasta la concesión y eso nos pone en desventaja”, considera el transportista.
Julio Loera, presidente de la Agrupación de Taxistas Benito Juárez, coincide en estos señalamientos. Explica que hace tres años, cuando la Setravi anunció el programa de regularización de taxis pirata pudieron ponerse en orden y no lo aprovecharon.
“Los que sí entramos y sustituimos más de 70 mil unidades que pagamos semana con semana, mientras ellos están trabajando a la libre”, asegura y acusa que “las autoridades han dejado que crezca este problema y ahora no hay manera de regularlos”.
El líder cuenta que por un seguro básico que incluye daños a terceros y al pasajero se llega a pagar mil 500 pesos, en tanto, el costo de la licencia tarjetón cuesta dos mil, además del costo por el curso de capacitación, el examen práctico y el examen antidoping que, destaca, “los ejecutivos no hacen, a ellos nadie los obliga a tener esos documentos y a nosotros sí. Por donde se le vea es una situación de irregularidad”.
Con estas características, asegura que “las autoridades no saben quiénes son, dónde viven, a qué hora trabajan y cómo prestan el servicio, lo que si saben de nosotros todo”.
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