miércoles, 9 de septiembre de 2009

Una aventura sobre ruedas






Una completa exposición repasa en el centro sociocultural Aurelio Aguirre de Conxo la historia de la primera línea de tren gallega, entre Cornes y Carril

Autor:
Nacho Mirás

Una de las imágenes de la muestra: obreros construyendo el túnel de Faramello
Aquel 15 de septiembre de 1873 fue un día grande. Un globo aerostático surcó los cielos de Carril a las doce menos cuarto, justo en el mismo momento que a ras de suelo, y a 42 kilómetros de distancia, en Cornes (municipio de Conxo), el penitenciario de la Catedral de Santiago, señor Palacios, bendecía cuatro locomotoras inglesas de dos ejes acoplados con gran redoble pirotécnico; el tren acababa de llegar a Galicia.
Quienes sientan nostalgia de aquel primer ferrocarril, o los que quieran conocer más acerca de la aventura que supuso semejante infraestructura a finales del siglo XIX, tienen una cita con la exposición A primeira liña do ferrocarril en Galicia: Cornes-Carril, que ayer se inauguró en el centro sociocultural Aurelio Aguirre de Conxo.
Tan documentados están los paneles que, si uno se concentra, casi podrá sentir el olor del carbón de hace 136 años en aquella primitiva estación de madera de Cornes.
Xulio Noya Liste, responsable del centro que acoge la muestra, explica que los paneles se han situado para que el visitante vaya realizando un recorrido cronológico de lo que fue una auténtica aventura, una luz en un período en el que Galicia vivía en la sombra de ninguna parte.
«Aquela liña -dice Xulio- supuxo un reto para Santiago e, ademais, serviu para poñer en valor a toda unha serie de persoas que conseguiron facer realidade esa idea de unir Santiago co mar; Vigo tiña mar; A Coruña tiña mar; e Santiago precisaba ese mar».
La Real Sociedad Económica de Amigos del País y el geógrafo de Portas Domingo Fontán tuvieron mucho que ver en el germen del primer ferrocarril gallego; pero no fueron, ni mucho menos, lo únicos. «Fontán tiña un coñecemento exhaustivo do territorio -explica Xulio- e o seu labor foi básico».
A través de los distintos paneles, que incluyen textos, gráficos, fotografías y reproducciones de documentos de la época, la aventura ferrocarrilera de aquellos visionarios va tomando forma en la sala de exposiciones del centro Aurelio Aguirre. Hay mucho material y muy bien documentado así que, como cuando uno se sube al tren, lo mejor es tomárselo con calma, disfrutar y no estar pendiente del reloj. Solo así llegará el visitante a familiarizarse con personajes vitales en aquella gesta de 42 kilómetros, como el inglés John Stephenson Mould -que llegaría a ser arrendador de la explotación-, de su socio italiano Camilo Bertorini y del yerno de este, John Trulock -bisabuelo y abuelo de Camilo José Cela, respectivamente-; o de Eugenio Montero Ríos, o de la propia infanta Isabel. Todos ellos y muchos más tuvieron mucho que ver con aquel avance sensacional, no exento tampoco de sombras y de intrigas. Y podrá el visitante descubrir cómo otros sueños visionarios, como el ferrocarril de la Costa da Morte, o el enlace ferroviario de Padrón a Cambados, se quedaron en simples proyectos. Las estaciones, los personajes, incluso los accidentes... la aventura del primer tren gallego tiene un merecido homenaje en Conxo.

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