miércoles, 2 de septiembre de 2009

Las líneas de bus ultraortodoxas de Israel separan hombres de mujeres


En los autobuses que usan los ultraortodoxos las mujeres van en los asientos posteriores

El Gobierno dice que el servicio segregado es establecido de forma voluntaria por los pasajeros

HENRIQUE CYMERMAN | Jerusalén.

Veronica Oberlander, de 28 años, no podía creérselo. Cuando subió a una línea pública de autobuses, la 400, de Jerusalén a Tel Aviv, pasando por el barrio ultraortodoxo de Bnei Brak, un pasajero se acercó a ella, y, educadamente, le preguntó si le importaba sentarse en la parte de atrás del vehículo. "Es la primera vez en la vida que me encontré dentro de un autobús kasher; o sea, una línea en la que, a raíz de las presiones de los ultraortodoxos, se separa a mujeres y hombres". Y añadió: "Lo hice, pero fue humillante". Las comunidades de jaredim, los ultrarreligiosos, que suponen el 10 por ciento de población, presiona a las compañías públicas de transportes Egged y Dan, para imponer sus normas a la mayoría laica.

"Hay lugar para tres hombres y no para mujeres", grita el conductor de otro autobús, el 982, que viaja entre Jerusalén y la capital mística de Galilea, Safed. La ira de muchos pasajeros laicos es creciente. Asociaciones feministas, intelectuales y rabinos reformistas apelaron a los tribunales, y el Ministerio de Transportes se vio obligado a encontrar una solución a este creciente conflicto.

El Tribunal Supremo ordenó la creación de una comisión, que debe encontrar una solución. Incluso algunas mujeres piadosas se unieron a las protestas. Naomi Ragen, escritora religiosa, escribió que una vez fue forzada a ir de pie, a pesar de estar vacío el bus en la parte delantera. Personalidades tales como los escritores y premios de Israel Abraham B. Yehoshua, Jaim Guri, y Natan Zaj se sumaron a medio centenar de conocidos israelíes y a ONG de mujeres para firmar un comunicado, que exige la desaparición de los autobuses segregados. Estos, en principio, están destinados a los ciudadanos ultraortodoxos, pero tratándose de compañías públicas pueden ser utilizados por cualquier ciudadano. "Estamos siendo testigos de un fenómeno complicado: en las líneas para los ultraortodoxos, las mujeres son obligadas a sentarse en la parte trasera; las que se niegan, son víctimas incluso de ataques físicos de los viajeros", escriben en la protesta. Según ellos son ya casi 60 las líneas segregadas. El domingo, se manifestaron cientos de laicos, viajando en esos buses y negándose a la separación.

El fenómeno de los autobuses kasher empezó hace cinco años, centrándose en los poblados y en los barrios de residencia exclusiva de jaredim. En ellos, las mujeres visten con ropas largas y pudorosas, y no pueden sentarse al lado de los hombres por respeto a las normas de decencia.La oficina de prensa del Ministerio de Transportes admite que existen "líneas segregadas jaredi",aunque reduce su número a unas 40, en su mayoría en el centro del país, y subraya que "el servicio segregado es establecido de forma voluntaria por los pasajeros". El indispensable apoyo de los partidos ultraortodoxos a la débil coalición de Gobierno hace difícil que el Ejecutivo plante cara a las comunidades religiosas, que exigen cada vez más servicios que cumplan su código moral.

El poeta israelí Natan Zach condena la segregación "no sólo en los autobuses, sino en todo el judaísmo, incluidas las sinagogas. Si dejamos que esos iluminados se salgan con la suya la gente que cree en la igualdad no podrá seguir viviendo en este país". Zach recuerda que "las mujeres son una mayoría que debe luchar". Mientras el ministerio busca una solución, el chófer de cada autobús se encarga de que cada encuentro entre laicos y jaredim, concluya pacíficamente. Al arrancar, el chófer es el juez de la miniguerra cultural que se desata.

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