Ponen la banda sonora a las vidas de muchos. Son los músicos del metro, un gremio que en estos tiempos de crisis no para de crecer. Como reconocen ellos mismos, el incremento del paro está haciendo que cada vez sean más. Para muchos, hacer música, o un sucedáneo más o menos soportable de esta, se está convirtiendo en una de las pocas alternativas laborales en medio de la crisis económica. Este fenómeno, según refieren los habituales del suburbano madrileño está llevando a que un sitio concurrido en el que tocar se esté convirtiendo en un bien de lo más cotizado.
La normativa del metro de Madrid permite a los músicos tocar, salvo en los vagones y en las zonas de paso. Todo el que viaje en el metro de Madrid con frecuencia se habrá percatado de que esta es una normativa muy frecuentemente vulnerada.
Al contrario que en otras ciudades, en Madrid no está regulada la actividad de los músicos. En Barcelona, existen unos puntos determinados en los que se puede tocar, puntos para los que hay establecidos unos turnos rotatorios. Además, sólo pueden optar a actuar en estos puntos aquellos artistas que hayan acreditado su idoneidad sometiéndose a una audición. Se trata de una medida encaminada a erradicar la mendicidad disfrazada de actuación musical. En Madrid no se da ninguna disposición de este tipo y fuentes de Metro explican que todavía no se han planteado esta opción.
Feroz competenciaLa competencia en Madrid por hacerse con un hueco en las entrañas del suburbano es feroz y son muchos los que se organizan por turnos y se guardan el sitio unos a otros. En cualquier caso, el reparto de este ecosistema subterráneo se concentra en manos de los extranjeros. Los españoles en esta comunidad son minoría. El crisol resultante permite el disfrute apresurado de diferentes estilos musicales, obra de artistas de diversas nacionalidades dispersos por toda la red de metro.
En Avenida de América suele haber un hombre de color que canta animadamente, en Atocha, un japonés que no habla nada de castellano toca un extraño y delicado instrumento oriental, en Núñez de Balboa, un guitarrista uruguayo se afana con maña con un «blues»... Son sólo algunos de los ejemplos de esta amplia oferta.
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